En Figueres, la capital de la comarca de l’Alt Empordà se encuentra una de las atracciones turísticas que congrega a millones de personas cada año. Estamos hablando del Museo Dalí, situado en el centro de la ciudad, fácilmente reconocible por el tono rojo de su fachada y sobre todo por los numerosos huevos que rodean el tejado del edificio.
Tras el incendio que sufrió el Teatro Municipal de Figueres tras la Guerra Civil, el artista decidió reconstruirlo y establecer así su propio museo. Dentro de él encontramos un patio interior, presidido por un escultura de un Cadillac acompañado de la figura de la reina Esther. Adentrarnos en este museo es adentrarnos en el Surrealismo más puro, el espectador fácilmente se perderá entre tantas obras sin saber exactamente lo que quieren representar, no obstante, Salvador Dalí ya anunció que quedaba prohibida la entrada de críticos d arte y expertos, por lo que nos hace pensar que lo que el artista buscaba realmente era que sus obras transmitieran sensaciones y emociones, más allá de intentar interpretarlas de mil y una maneras, así que hazte con tu entrada, deshazte de tus perjuicios a la entrada y déjate sorprender por el arte de Dalí, porque este no es un museo al uso: es un museo para vivirlo.
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